A
veces me da por abrir mi cajita de los silencios y me pongo a escucharlos de
nuevo.
Hay
-seguro que te acuerdas- los plácidos silencios de aquellas tardes de verano,
mientras paseábamos junto al río.
Hay
el silencio trémulo que acompañaba mis manos el primer día que acaricié tus
senos.
Hay
silencios compartidos que dicen más que mil palabras y silencios impuestos que
te abrasan por dentro.
Hay
–lo admito- el silencio cobarde con el que una vez respondí a tus acusaciones y
hay también tu silencio de acero cuando te confesé mi traición.
Y
luego hay este silencio atroz, insoportable, cada vez que visitas mi lápida.
¡Por
favor, tú que puedes, di algo!
Constricción inicial: Utilización de la frase "La cajita de los silencios".
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