diumenge, 5 d’octubre del 2014

RODARI & WILDE

Don Juan dejaba buenas propinas: al camarero cortés, unas mangas de seda con las que convertir su humilde chaleco en una levita; al cartero que traía buenas noticias, suelas de caramelo para endulzar sus caminatas; y al ladrón que robó a los banqueros, el corazón de plomo del Príncipe Feliz.


Constricciones iniciales: 
50 palabras.

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