– Ya sé que preferirías estar en tu
yate y cuánto te fastidia el papeleo, pero es lo que tienen los divorcios. ¿Por
qué no le pides a tu secretaria que te eche una de sus manos tan largas?
Aquel último reproche iba enmarcado
en una sonrisa de hielo. Juan empezó a considerar que su esposa hablaba en
serio.
– Hoy mismo despediré a esa chica. No
volveré a verla. Te lo prometo. Podemos arreglar esto.
– Ya no. Mejor llévatela de crucero
por el Nilo. Y tírate por la borda. Comprobarás que el agua que va río abajo no
vuelve a subir.
Constricciones iniciales:
Extensión: Cien palabras.
Título predeterminado: Agua que va río abajo.